Instalación artística del arquitecto suizo Hannes Meyer (1889-1954).

 

 

El término minimalismo es hoy en día confuso, dándose la paradoja de que puede ser usado para vestir de frugalidad un producto con la intención de venderlo más fácilmente.

Como representa perfectametne la famosa imagen de Steve Jobs, el hombre que dedicó su vida a vendernos miles de millones de objetos, retratado casi en actitud meditativa en una habitación despojada de mobiliario.

Imagen promocional de Steve Jobs en su casa del año 1982.

 

Sin embargo, en los Estados Unidos de América, ese país tan grande y contradictorio, cuentan con los más conspicuos representantes de una conciencia social que pretende liberarnos de la asfixiante presencia de nuestra hiper productividad.

Francine Jay, la editora de un blog minimalista de referencia en Estados Unidos acaba de publicar libro, The Joy of Less; título difícil de traducir y que literalmente significaría “La alegría de menos”.

Una guía de consejos y estrategias para ir eliminando cosas de nuestras vidas, ordenadas y explicadas por la inventora del One Less Gift Certificate (Certificado de un regalo menos), una tarjeta de regalo sin regalo, para facilitar las relaciones personales de quienes no quieren cosas, cuando llega la época de los regalos.

También están de estreno Joshua Fields Millburn & Ryan Nicodemus, creadores de The Minimalists, un blog con 4 millones de lectores, que llevan varios años recorriendo Estados Unidos dando charlas y atendiendo televisiones.

Su documental Minimalism está empezando a ser exhibido en las salas de cine norteamericanas y en él nos presentan, además de su propia experiencia, las vidas y proyectos de otros miembros destacados de este movimiento que ensalza las virtudes de una vida ligera de equipaje.

En medio de todo esto merece la pena volver a escuchar (de vez en cuando) esta memorable “apología de la sobriedad” del expresidente de Uruguay José Mujica, con reflexiones tan poderosas como: “gastamos la vida para comprar cosas, cuando la vida es lo único que no se puede comprar”.

En el terreno de la vivienda, el profesor Vittorio Aureli publicó el pasado 2013 Less is enough (Menos es suficiene), título que juega con las palabras de la máxima que popularizó Mies van der Rohe: menos es más.

Un veloz repaso a la idea de ascetismo en la historia de la arquitectura, que comienza con el diseño de los monasterios medievales como primer experimento de vivienda social, donde la compleja maquinaria colectiva y productiva de la comunidad ya contempla el invento del lujo de la existencia individual e introspectiva de los monjes en sus celdas.

Monjes en el monasterio de La Tourette del arquitecto Le Corbusier.

 

Y termina con ejemplos como el de la instalación artística Co-op Zimmer del arquitecto suizo Hannes Meyer, una propuesta de habitación que podría resultar más austera que una celda monacal pero que guarda un lugar simbólico para el hedonismo de un gramófono.

Una propuesta de habitáculo mínimo para la plenitud en soledad, que cobra sentido en el contexto de una organización comunitaria que nos provee de lo demás que un animal grupal como el ser humano necesita.

Un modelo en el que entonces sí, menos es suficiente.