Imagen de huerto urbano en Madrid.

 

Aunque en España tengamos pioneros en la materia, como Joan Carulla que lleva 30 años cultivando su huerto en la terraza, los escarceos de la agricultura en la ciudad son recientes.

Si bien en todos ellos parece latir una pulsión por unir naturaleza y cultura, producción de alimentos y vida cotidiana, los ejemplos son de tipo muy diverso; todos relacionados con la aspiración de una mejor calidad de vida urbana pero con enfoques que van desde la apropiación lúdica de terrenos baldíos, hasta el negocio tecnológico.

Un proyecto que se ha convertido en emblemático, es el de Prinzessinnengarten en Berlín; fundado en 2009 por un realizador de cine y un propietario de bar y fotógrafo, el proyecto fue inspirado por un viaje a Cuba donde vieron a granjeros urbanos no solo cultivando su propia comida sino también creando comunidades en torno a ella.

Vista aérea de Prinzessinnengarten – Foto: DieAuslöser/Berlin.

 

En Singapur, uno de los países más densamente poblados del mundo, la empresa SkyGreens ha desarrollado un huerto vertical que mantiene a las lechugas, espinacas y otras verduras asiáticas rotando en una estructura alta y esbelta, adecuada para sus estrecheces urbanas.

Sistema rotativo de la empresa SkyGreens en Singapur – Foto: la compañía.

 

En la ciudad de Saint Paul, Minnesota, E.E.U.U., la empresa Urban Organics está intentando demostrar que es viable comercialmente criar peces y vegetales juntos, en un sistema acuapónico, en el antiguo edificio de una cervecería.

Granja acuapónica de Urban Organics en Minnesota – Foto: la compañía.

 

En Montreal Lula Farms tiene 7.000 metros cuadrados de invernadero en la azotea de dos edificios, produciendo 200 toneladas al año de verduras que llegan rápido y directo a los “Montrealers”.

Vivero de Lula Farm en una azotea de Montreal – Foto: Lula Farm.

 

Y para terminar este vistazo mundial, mencionar la Brooklyn Grange, una hectárea de huerto en Nueva York, a la que tendré que dedicar un artículo más adelante.

Vista aérea del proyecto Brooklyn Grange – Foto: Christopher St. John.

 

En España las experiencias todavía son de pequeña escala pero el número y el ánimo empiezan a ser suficientes como para tener, por ejemplo, una Red de Huertos de Madrid; todos ellos con un carácter de voluntariado popular y probablemente utilizando la hortaliza como reclamo para otras iniciativas sociales.

Aunque parece evidente que en este área no somos pioneros y que no soplan vientos políticos afines a estas alegrías comestibles, estoy convencido de que es un plan ideal para nosotros; con nuestro clima, nuestra gastronomía, nuestra cultura de mercado y nuestra urgente necesidad de renovarnos.

Supongo que en el nuevo plan de estudios de la carrera de arquitectura ya estarán incluidos los rudimentos para el diseño de todas estas cosas nuevas para nuestras ciudades; porque tenemos que soñar con un futuro próximo donde no todos nuestros jardines sean parterre y muchas de nuestras azoteas sean huerto.