Imagen del apartamento de Graham Hill en proceso de construcción.

 

Graham Hill es canadiense, millonario y apasionado por lo pequeño, móvil, plegable y abatible; ya lo contaba el otro día en “Una mirada ecológica y frugal”.

Hoy quiero celebrar su apartamento en el Soho neoyorkino: 40 m2, 2 camas de invitados, mesa para 10, cocina con adminículos para grandes eventos y espacio para guardar casi de todo.

¿Cómo?

La idea es dar forma al espacio resultante de la intersección de los conjuntos de sus necesidades; el lugar del mínimo común múltiplo de su universo doméstico.

El plan, sencillo: convertir las paredes en contenedores, que alguna de ellas se mueva y contar con un mobiliario plegable o abatible.

Es sorprendente cómo una idea tan sencilla permanece tan alejada de nuestra forma de diseñar viviendas; seguimos aplicando con naturalidad la razón de una estancia por actividad, despreciando nuestra diversidad y el deseo de hacer en nuestras casas algo más que comer, dormir y ver la tele.

Dejando a un lado el hecho de que la inmensa mayoría de nosotros sólo tenemos acceso a viviendas pequeñas, ¿sería razonable que una vivienda para 3 personas con 3 aficiones cada una (por ejemplo yoga, lectura y cine) se resolviera añadiendo 9 estancias a los tradicionales dormitorios?

Pues eso.

Por cierto, el apartamento está en venta por 1 millón de dólares ¿alguien se anima?